CÓMO VIVÍ EL 20 DE DICIEMBRE DE 2001

 

CÓMO VIVÍ EL 20 DE DICIEMBRE DE 2001

Al cumplirse 20 años de los sucesos del tristemente recordado 20 de diciembre, con la protesta popular, la represión en plaza de mayo, la caída del gobierno y una crisis política sin precedentes; desde los medios se instalaba la pregunta: ¿Qué estabas haciendo el 20 de diciembre de 2001? Y fue entonces que para responderme,  comencé a ejercitar mi memoria para revisar la fecha como texto. Y, como no hay texto sin contexto, parafraseando a los Beatles que pensaron en un día agitado, me atrevería a decir que lo viví como el Atardecer de un Año Agitado. Y vaya que fue agitado.

El contexto

Poco después del inicio del ciclo lectivo, a fines de marzo,  la Directora del Programa de Institutos, Nilda Cagnola, citaba a los Inspectores Jefes de Región para dar las pautas del presupuesto anual para los Institutos de Educación Superior. Esperanzados, ya que ese tema significaba  la promesa del incremento de horas catedra  tan esperado por todas las instituciones, que no podían otorgar vacantes a la cantidad de aspirantes que aspiraban matricularse en las distintas carreras. Ni siquiera utilizando los minutos de recreo se podía dar respuesta a los cientos de aspirantes que reclamaban una vacante. Los nuevos planes de estudio requerían una fuerte carga horaria y darles un lugar requería abrir nuevos cursos.

¿Podríamos evitar conflictos con apertura de nuevas comisiones? Tras el cafecito, tal necesario en especial para los jefes de las regiones del interior que habían viajado toda la noche, por un momento se iluminó la oficina  de la Dirección de Institutos en el piso 9 de la Torre 1 con el anuncio de los miles, o tal vez decenas de miles de horas cátedra concedidas al  nivel para ese año. Nuestra  alegría habría de durar poco. Muy poco, ya que acto seguido indicó que no podríamos incrementar una sola hora cátedra ya que la Provincia no tenía un peso, estaba fundida y en poco tiempo iba a ingresar en cesación de pagos. NO IBA A PODER PAGAR SUELDOS.

Incrédulos, pensamos que era una de sus  habituales exageraciones, como cuando nos amenazaba a los Inspectores con un sumario o el destino en Carmen de Patagones si algún docente no cobraba después de que hubiéramos supervisado el pasaje de horas cátedra a módulos. Ese día predijo la caída del  Gobierno nacional y comentó su pronóstico de sucesión.

Para mayo, en tiempo de tratamiento de presupuesto con las Plantas Funcionales, con instrucciones cumplidas o no, pudimos comenzar a confirmar sus predicciones de marzo. Jamás visto con anterioridad en nuestra Provincia, llegó el día 7 y NO HABÍA FECHA DE PAGO. Se habría de postergar mucho más de lo  que nuestras deudas (servicios, impuestos, tarjetas, alquileres,  etc.) admitían. Se multiplicaron los reclamos con piquetes y las ollas populares que los gremios  instalaban en las principales vías de acceso a La Plata. Y la mismísima Patricia Bullrich (Ministra de Trabajo) le atribuía al SUTEBA QUILMES un intento desestabilizador.  Los cortes en el  Camino Centenario, cuando todavía no se había completado la Autopista, exigían desvíos hasta Melchor Romero para poder llegar a la Plaza Moreno. Con el consiguiente retraso, algo que no podía admitir la citación de los oficiales de justicia que con orden de allanamiento aspiraban pasar lista y verificar la presencia de aquellos que revistábamos en Administración Central,  el piso 9. 

 

¡Qué difíciles las visitas a los servicios cuando se acumulaban los problemas de infraestructura y la falta de personal auxiliar (ya que no se cubrían ni las suplencias de porteros con licencia médica) no garantizaba las condiciones de higiene para la prestación del servicio educativo! ¡Qué difícil encarar la supervisión de la tarea pedagógica y hasta hablar de asistencia y puntualidad cuando el personal después de cambiar los Patacones por pesos para poder pagar sus cuentas  (ya que en un principio no se aceptaba la cuasi moneda) a veces no tenía dinero para viajar! Independientemente del horario que les correspondiera cumplir, para reducir gastos solían compartir auto para llegar a la hora de inicio de turno e irse todos juntos y no faltaba alguien que por no poder afrontar la compra de un mouse había aprendido a utilizar el teclado. A veces, las circunstancias demandaban contención, acompañamiento y demostrar que a todos nos pasaba lo mismo.

Llegaron las elecciones legislativas cuando ya se habían comenzado a aceptar los Patacones  pero las fechas de pago de haberes seguían siendo impredecibles. El 30 de noviembre se anunció el “corralito”, y aquellos que tenían algún ahorro no podían retirar dinero de sus cuentas y así afrontar el pago de sus deudas. El 14 de diciembre yo había intentado cobrar a la mañana temprano, sin suerte y una larga fila, tan larga que abandoné para atender en Sede en La Plata e intentar más tarde en la Casa Central del Banco Provincia. Ese día hasta las maestras jardineras, lo más pacífico del sistema, llegaron a marchar por calle 7  para ser reprimidas con balas de goma tras haber comprobado que los salarios de docentes no estaban depositados. Las protestas se multiplicaron, los cortes de ruta también,  mientras mi Dacia se recalentó durante las  7 horas  que necesité para llegar a Quilmes.  Para  después esperar 3 horas más frente al cajero.

 Un tiempo difícil en que tras la quita del 13% en los salarios de los empleados públicos nacionales y jubilaciones a limitación en la extracción de fondos de las cuentas bancarias  fue la gota que rebalsó el vaso y preparó el terreno para las cacerolas que el día 19 comenzaron a sonar acompañando al coro de auto convocados que entonaba “QUE SE VAYAN TODOS”.

Para el día 20, el Prof. Jorge Ameal había citado a un Inspector Jefe de cada Rama para una reunión en la Dirección General de Cultura y Educación en la que se trabajaría sobre diferentes propuestas de descentralización administrativa. Los noticieros de la noche presagiaban un día complejo. Esa mañana, a las 9.30,  tras evaluar un curso de Extensión supliendo a una colega, abandoné la UNQUI para partir rumbo a La Plata. Desde Radio Mitre, Néstor Ibarra relataba cómo la policía montada reprimía a los manifestantes en Plaza de Mayo. El  espanto de los conductores me acompañó hasta llegar a destino. El edificio había sido evacuado, y éramos los únicos en un edificio vacío, sin embargo recibíamos llamados telefónicos   informando sobre  tomas de comedores y  saqueos en diferentes localidades de la Provincia que se Ministerio por razones de seguridad. Dado que mis pares habían viajado desde el interior  y resultaba imposible encontrar otra fecha antes de fin de año, decidimos continuar hasta completar la agenda del día aunque no sin extrema preocupación y temor por lo que podría estar ocurriendo afuera. Y por qué no también adentro.

 


 

Concluida la reunión única decidí pasar por Jefatura para firmar el despacho y que la Secretaria pudiera elevar al día siguiente. No me alcanzaban las manos para dejar lista la pila de actuados sobre mi escritorio, reclamos, expedientes que no podían esperar.  Tras una intensa jornada de trabajo que no me había permitido siquiera pensar en lo que pasaba a mi alrededor, una vez en el auto tampoco me alcanzaban para buscar la sintonía que mejor me informara. Entonces comprendí el sentido de la famosa frase del 25 de mayo de 1810: “El pueblo  quiere saber”. Quería saber. ¿Cuántas víctimas había dejado la represión en Plaza de Mayo esa mañana? ¿El malestar, el reclamo y la protesta se habían replicado en otras provincias? ¿Qué medidas estaba implementando el Gobierno? ¿Qué estaba pasando?

Concluía mi viaje por la ruta de la incertidumbre, cuando alrededor de las 20, al abrir el portón del garaje, la voz de la Radio anunciaba que un helicóptero partía de Casa de Gobierno probablemente conduciendo al Presidente De la Rúa tras haber presentado su renuncia, para minutos después convertirlo en certeza. Una confirmación que habría de  iniciar otro trayecto que prolongaría el camino de la incertidumbre.

 









Comentarios

  1. Excelente comentario María Rosa, cuántos momentos dificiles hemos pasado menos mal habrá momentos tensos hoy pero estamos más tranquilos en muvhos aspectos. Lástima esta triste enfermedad que hay gente que todavía dicen "Son mentiras".

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  2. Excelente Ma. Rosa como siempre y durante tantísimos años.
    Tu relato del horror es impecable ( vaya paradoja).
    Cuantos años de trabajo intenso e inmenso!!
    "El camino de una incertidumbre", tras otra que le seguía, que nunca vamos a olvidar!!!
    Gracias querida Ma. Rosa

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  3. Gracias María Rosa por tan excelente exposición. Tristes recuerdo de una época pasada y que mirando desde ahí para adelante no ha cambiado mucho.
    Pero me alegra poder decir, que por lo menos, continuamos en DEMOCRACIA

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  4. Ah Maria Rosa, que facilidad para describir una época tan dura y triste de nuestra Argentina. Lamentablemente, muchos han dejado la vida para dejarnos un país en democracia que a mi entender y siendo aún mejorable es el mejor sistema para vivir. Algo hemos aprendido, las generaciones más nuevas no se callan, como los jóvenes de aquella época, hoy pueden expresarse sin temor a esos riesgos al menos, por eso seguro va a ser parte de nuestra historia y NUNCA MÁS se volverá a vivir en represión. (Admiro su forma de escribir entre otras cosas)

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  5. Es que yo te imagino a vos relatando los acontecimientos y me transporta a cada situación. Si bien veinte años no es nada, es febril la mirada errante en las sombras te busca y te nombra...igual ¡Mamma mía , cuánta agua pasó por debajo del puente!
    Vos sabés lo importante que fuiste en una época difícil de mi vida estaba entre la espada y la pared y aguantando la opinión de mi familia...������

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